Octubre llega a mi cada vez más velozmente.
Se empecina en recordarme el paso de mi tiempo.
Me apabulla con su voz de soles más potentes,
me estremece con sus flores,
me invita a sentirme expectante y diferente.
Octubre me convida al brindis,
me recuerda cuánto valen en mi calendario
cada una de sus hojas.
He llenado con mi vida cada número diario...
si hago un repaso, sin ánimo de balances,
he llorado, he reído, he perdido y he ganado.
He transitado sus hojas desde aquel primer octubre,
cuando mi primer llanto emocionó a mi madre,
cuando "es una una niña" obligó a mi padre
a obsequiarme los juguetes de varón
que con tanta emoción había guardado
hasta aquel instante.
He transitado a llantos, a risas,
a gateo, a corridas,
he caminado a sueños, a esperanza,
a fuerza de voluntad cuando me sentí perdida.
He vivido ¡qué más da!
Aquí estoy, entera, llena de ganas de sumar octubres,
porque a fuerza de logros y fracasos
me he construido imperfecta y perfectible,
y soy una mujer segura de la huella que dibuja
y también soy un mar de dudas que me transitan diario.
Soy el resultado de muchos octubres,
tengo el alma llena, la mente amplia
y el corazón medio remendado.
Al final de cuentas he logrado tener una hija,
escribir un libro y plantar un árbol.
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