Cartas y Mensajes

Carta a mis Amigos (Julio de 2009)



La música es el mensaje del alma y en cada uno de sus acordes nos envuelve suavemente haciéndonos vibrar de emoción. Une las almas afines, enlaza recuerdos, agrupa nostalgias, devuelve esperanzas, se lleva suspiros, ahoga penas, acorta distancias.
La música contribuye a la construcción de uno de los sentimientos más nobles que une a los seres humanos: la amistad, y quien tiene el privilegio de tener un amigo se fortalece, se enaltece, se convierte en mejor persona, sonríe más fácilmente, siente menos el peso de la vida en sus espaldas.
Es por esa razón, y por todas aquellas que no sé expresar, que hoy agradezco a la vida tener una amiga o un amigo como vos. Con la experiencia que dan los años, sé que no me equivoco al decir que sos parte de mi, que sin vos esta vida que me toca vivir ahora no sería la misma, no tendría el mismo sentido.
Me regalas con tu presencia física o virtual, tu compañía y tus palabras, el aliento para seguir caminando confiada. Con vos cerca me siento fuerte y segura, con tu abrazo silencioso me ayudas a sentir que los dolores que me recorren por dentro son menos intensos.
Soy una persona bendecida por tenerte, y el haber regresado a tu mundo compensa en buena parte el dolor vivido.
Sabes que puedes contar conmigo, como decía el amado Benedetti, que mi amistad es sincera y por lo mismo mi cariño.
Espero alivianarte en algo los momentos amargos y ser un ancla cuando necesites sentirte más segura o seguro.
Sabes que compartir con vos a Filio, a Serrat, a Sabina, a Rodríguez y más, le dan identidad a este lazo que hoy festejo con vos y que deseo que sea indestructible.








Carta al Amor Ausente
Te escribo como puedo, con el corazón en mis manos, mis dedos se apresuran al teclado para escribirte y decirte las palabras que jamás pudiste escuchar de mi propia boca durante estos dos últimos años.
Esta carta tiene el sabor amargo de la imposibilidad de la respuesta, y aún así, sabiendo que jamás podrás escribir un párrafo para que yo pueda comprender tu partida, te escribo a sabiendas de que en algún lugar de este universo serás capaz de sentir el desgarro de mi corazón que se desangra de amor y llora tu ausencia.
Han pasado casi dos años desde que te ausentaste. Te fuiste de mi lado una noche de abril, cuando el otoño hacía su visita anual en nuestro hemisferio, cuando los primeros fríos obligaban a encender los fuegos más temprano, cuando la lluvia nos visitaba tímida aún, con su canción incesante como una letanía.
No entiendo aún por qué todo fue tan repentino, no entiendo qué sucedió en nuestras vidas. ¿Acaso cinco años de amor y el fruto de nuestra unión no eran suficientes para continuar a mi lado?. ¿Acaso el cansancio de tu cuerpo y de tu mente no tenían posibilidad de revertirse para continuar junto a mi, peleando el destino que elegimos forjar juntos?. No, no me pidas que comprenda por qué te fuiste de mi lado.
Hoy estoy aquí, escribiéndote en el mismo teclado que tocaste por última vez y recordando esas horas previas a tu partida, los besos que me diste frente a Rocío, nuestra pequeña hija de 8 meses que fue el fruto de nuestro gran amor. Recuerdo tu entrada a la casa, con tu ropa en tonos de verde militar que detestabas, pero que usabas porque yo te las elegí; tus ojos cansados y en la mano un bombón para cada una, el abrazo hermoso que nos diste a ambas mientras decías, “somos una familia”. Te pregunté,¿piensas en nosotras mientras trabajas?, me respondiste que todo el día, que tu mente estaba con nosotras mientras tus manos laboraban para ganar el sustento que nos hacía falta para vivir dignamente.
Miraste a Rocío y le dijiste “bonita”… yo te miré y te reproché, “antes me decías a mi bonita”, me miraste sonriendo con picardía y me dijiste “bonita… tú también eres bonita”. Nos reímos juntos, nos abrazamos, estábamos comenzando a disfrutar días enteramente felices los tres, días preciosos en todo el sentido y la extensión de la palabra. Estabas ahí, con nosotras, felíz… no entiendo por qué dos horas más tarde te marchaste…
Corrí a ver qué estabas haciendo en el momento en que decidiste partir, miré la pantalla de la computadora donde estabas trabajando y vi un poema de Neruda, no recuerdo cual en este momento, pero es paradójico, porque ambos amábamos a Neruda entrañablemente, era nuestro poeta favorito, lo admirábamos profundamente como hombre luchador y como escritor, y lo último que miraron tus ojos fue un hermoso poema de Neruda, después de eso no hubo retroceso.
Corrí para retenerte a nuestro lado, lloré y grité de angustia mientras te ibas… yo iba a tu lado esperando que te arrepintieras, que la fuerza de nuestro amor te hiciera regresar a mi, que mi grito desgarrador te hiciera reaccionar y decidieras continuar a mi lado. Yo esperaba que volvieras, que esa reacción repentina de tu ser hubiera sido pasajera y que a la mañana siguiente otra vez despertáramos juntos, abrazaditos, como siempre había sido… que volvieras a levantarte para hacer tu rutina y sentir tu beso de despedida mientras yo dormía junto a Rocío, la de ojitos de dibujo animado japonés, como tú le decías.
Pasó solo una hora desde el momento en que saliste de nuestra casa… solo una hora, después supe que ya no volverías nunca más. Le pregunté a todos “por qué”, nadie me respondía… todos me miraban desorbitados, y yo solo quería una respuesta a mi “por qué”. Yo no te veía por ninguna parte, no estabas, no podía tocarte, no podía pedirte que regreses a mi, no vi tu rostro ni tus ojos nuevamente. No pude suplicarte “no te vayas”.
Entonces fui comprendiendo que era el final, que ya no habría más amaneceres de amor a los pies del Volcán Calbuco, que las noches de vino tinto acompañadas por Inti Illimani o por Víctor Heredia y tantos otros que nos endulzaban el oído, no se volverían a repetir. Comprendí que no habría más desayunos de domingos con tostadas y mantequilla, con la notebook sobre la mesa esperando que se conecte la familia y de fondo la música que tú elegías para hacer que cada mañana de domingo sea placentera en nuestro hogar.
Fui comprendiendo entonces que la leña que habías comprado para todo el año y que con tanto afán habías acomodado en el patio de nuestra casa para que pasáramos un invierno tranquilo y abrigados, sería la última leña que tus manos habrían manipulado. Que los senderos de Ayacara y sus alrededores no serían visitados nunca más por ti; que el Volcán Huequi ya no sería tu objetivo de escalada del próximo año; que los pájaros, las flores, los animales y los árboles de Buil, de Huequi, de Ayacara se quedarían sin fotógrafo. Que los fiordos de Comau no te verían navegar nuevamente en busca del horizonte más preciado que buscabas entre sus rocas, que el Cerro El Mirador no te cobijará nuevamente una noche, perdido entre sus árboles, que la Laguna Huequi no sería testigo nuevamente de tu amor por la naturaleza.
Me di cuenta durante esa noche de tu partida, una noche negra y despiadada, que no volveríamos a emocionarnos juntos escuchando “si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”. Me di cuenta mi amor, que me dejaste para siempre, y fue muy cruel.
Hoy, te escribo como puedo, con el llanto atragantando mi garganta, y trato de alcanzarte a través de mis palabras, pero ya no estás. Te busco y ya no te encuentro. No estás, no te veo, no te siento físicamente.
Pero qué curioso, estás presente cada día cuando miro los ojos de Rocío y a través de su mirada te encuentro, y siento que me acompañas para ayudarla a crecer. Estás cuando toco a Rocío y siento que cada célula de su cuerpo es parte de ti y la blancura de su piel que es tan igual a la tuya, me roza y siento que tú me rozas y estamos los tres juntos como antes. Estas cuando Rocío se dormita mirando televisión, son tan iguales sus gestos a los tuyos que la miro y te veo y siento que los tres estamos ahí compartiendo un momento de nuestras vidas.
Espero que estas palabras lleguen a ti, a donde quiera que estés, tal vez exista ese otro lugar donde dicen que se van las almas a descansar; tal vez seas tú nuestro ángel guardián y estés cada día y cada noche protegiendo nuestro andar. Espero que te lleguen mis palabras, así sabrás que el amor que me unió a ti aún está intacto, que supe gracias a ti lo que es sentir el amor que te desborda. Yo sé que me amaste más que a ti mismo, me lo demostraste durante esos cinco años de vida juntos y si hoy tengo que morir para volver a reunirme contigo, muero felíz porque no pasé por esta vida en vano, conocí el amor, el más entrañable y verdadero; te amé y me amaste con devoción y la tengo a ella, a Rocío, que en su persona nos une a los dos.

 
Carta para mi ahijada Sofía:



Esta es tu primera carta y la está escribiendo alguien a quien nunca vas a tener físicamente presente más que en contadas y cortas temporadas.

Tu llegada a este mundo me dio la oportunidad preciosa de ocupar un lugar diferente en tu vida. No ser sólo la tía lejana, la tía ausente, la que se fue hace años a vivir a otras tierras. Tu llegada me permitió acercarme a ti con el corazón cuando eras todavía una vida latente en las entrañas de tu madre. Y tal vez, por designio de Dios, se me vinieron las ganas de que tú, personita aún pequeña, me dieras la oportunidad de unirme más a mi gente, a tu gente, y de cerrar un círculo que viene abierto desde hacen más de 25 años.

Hoy no puedes leer esto, pero llegará el día en que tú solita puedas juntar las letras de esta carta y descubrirla de a poco, sin prisa... con pausa.

Solo intento decirte algunas cosas que entiendo puedan servirte, al menos para que aprendas a conocerme y sepas que mi intención no es ofrecerte lo imposible, ni bajarte la luna, ni regalarte el sol. Mi intención es que tu corazón lata en mi corazón y el mío en el tuyo.

Hoy estoy frente a ti a través de estas palabras y no entiendo completamente el por qué de tanta emoción. En realidad Sofía Catalina, uno casi nunca entiende el por qué de tantas cosas... solo nos permitimos crecer buscando siempre un lugar bien claro en el mundo, el camino hacia la felicidad. Pero la vida es como las mareas, tú sabrás de esto, porque naciste frente al mar... yo también nací allí... y ya lo vas a ver en las tardecitas, cuando se golpean las olas contra las rocas, y luego el agua se va de nuevo, se pone en calma... y luego otra vez arremete con furia contra las rocas y luego otra vez viene la calma. Y lo que queda después de eso es la arena más limpia, a veces el agua más clara y las rocas pierden un poco de sí mismas por la furia de las olas.

Así nos pasa a las personas cuando empezamos a crecer, y el poder solo reside en uno mismo, en las ganas que uno tenga de que ninguna ola lo derribe por completo, y luchar por alcanzar ese preciado lugar en el mundo y la felicidad.

Sofía Catalina, si me pides que te deje algo de mi para recordarme siempre, para no olvidarte de mi cara, ni de mis gestos... yo te digo: prefiero dejarte mis palabras pues es lo más grande que tengo y la única forma que conozco de reflejarme por completo.

Y me gustaría que siempre tengas presente una cosa, algo que fui aprendiendo a lo largo del tiempo, que las palabras son poderosas, que saber usarlas puede salvar al mundo. Por algo a Jesús lo llamaron el Verbo... La palabra te da libertad, la libertad que tanto anhela todo ser humano llega a través de ella. La palabra es como un arma, solo debemos saber usarla. Y para eso querida ahijada mía, hay que cultivarla, como se cultiva una planta para que dé sus frutos, con mucho riego y con mucho sol.

Y sabes donde están ellas, todas juntas y esperándote? en cada libro que llega a tus manos que son como manojos que te quieren decir algo. Cada hombre o cada mujer que los escribieron fueron libres allí, mientras con sus manos los iban amasando como se amasa el pan, que es para la vida tan necesario.

Quisiera decirte tantas cosas!...

Me conformo con que sepas que del otro lado de la Cordillera de Los Andes hay una persona que siempre va a estar presente, con el corazón, en tu vida. Que intentará ser alguien que merezca que la llames “Madrina”.



Carta a una amiga que se va



Querida amiga:

Seguramente esta no es la última carta que te voy a escribir, ni el 30 va a ser la últma vez que nos vamos a ver. Seguramente que no va a ser así, pero es la última vez antes de tu gran cambio de vida, porque después de este gran paso que vas a dar nada va a volver a ser como fue, absolutamente nada... aunque así lo parezca. Y como es tal vez los mejor que aprendía a hacer en mi vida, esto de escribir digo, quiero que te lo lleves con vos, porque en cada una de estas palabras va un pedacito de mi para acompañarte siempre, siempre.
Yo he tenido la experiencia del irse, y varias veces en mi vida, por distintas causas. Algunas forzadas, otras elegidas. No es la más grata de las experiencias el momento del despegue, de la despedida, el momento de separarse de lo que siempre estuvo, aunque dormido pero estuvo. Parece que se te desgarra un pedazo del alma cuando dejas todo por abrirte paso a como dé lugar, a tu propia vida. Pero es justamente eso: "abrirte paso a tu propia vida". Y... sabés amiga?... son tan pocos los que logran abrirse paso a su propia vida, son tan pocos los que logran liberarse de fantasmas, de costumbres de vida, de tradiciones, del qué dirán, de ese cordón umbilical imaginario que llevamos con nosotros muchas veces por comodidad y no porque tenga que ser así!. Y cuesta tanto amiga, la pucha si cuesta!, pero qué grato es cuando mirás para atrás y ves todo lo que construiste por vos misma y ves que todos los que te aman, que tal vez no querían que te fueras, te admiran por lo que hiciste, te felicitan, te valoran... te aman, porque nunca dejaron de amarte.
Me pongo en tu lugar hoy y me agarra revoltijo de estómago, el mismo que me agarró a mi el 30 de noviembre de 1993 cuando me quedé sin trabajo y en ese mismo momento dije :"me voy". Nadie me creía, nadie me apoyaba porque era mal momento para conseguir trabajo, no tenía un peso en el bolsillo, no tenía nada. Lo único que tenía era a mi misma, la esperanza de hacer algo distinto de mi vida y mis ganas de un futuro diferente. Lo único que sabía en ese momento era que no quería una vida chata para mi, no quería una vida de rutina absurda. La rutina es inevitable, pero uno le pone sabor, color y su propio corazón, no se tiene por qué aceptar la rutina de todo el mundo. No se puede oler a encierro, hay que oler a vida. Y la vida, a mi modesto entender, pasa por hacer lo que a uno más le plazca de su vida. Vivirla con intensidad a cada momento, sacarle el jugo, crecer a cada momento como mujer, como ser humano. No quedarse estancada en nada, darse las oportunidades y aceptar lo que no llega en el momento esperado. Sabés de lo que te estoy hablando. Y si te caés, te levantás con más fuerzas; y si te volvés a caer, te volvés a levantar. Pero no permitas que te pisen nunca, porque vos valés un montón.
Se me parte el corazón por saber que te vas, no lo puedo evitar, el egoísmo lógico de todo ser humano me lleva a querer retenerte de alguna manera, pero aquí no vas a ser felíz. Una vez leí en algún lado: "no te quedes en la orilla de los que no intentan alcanzar sus sueños... nada hasta la otra orilla y alcánzalos tú mismo...", y eso es lo que siempre intento hacer y eso es lo que le digo siempre a quienes quiero tanto como a vos. Por eso amiga, aferrate a tus sueños, nunca renuncies a ellos, es tu vida. Y por eso te deseo lo mejor siempre. Que seas felíz con esta elección de vida que hacés, que la vida te compense en todo momento.
Siempre voy a estar con vos donde quiera que estés, porque como dice Richard Bach, "ningún lugar está lejos... cuando el corazón es el camino"
Esta carta la escribí en el año 1998, la encontré en las cajas de mis recuerdos y me gustó mucho, refleja lo que siempre he pensado y sigo pensando con respecto a buscar el camino hacia la felicidad y la realización personal.






A Marisa (Año 1999)



Ha sido realmente hermoso cruzarnos en la vida. No solo por compartir escritorio y horas de trabajo. Creo que va más allá de lo cotidiano, siento que supera eso y vale la pena. Porque encontrarme con vos ha significado el encuentro con la madurez, con la mesura, con el equilibrio, con la confianza. Encontrarme con vos ha sido encontrarme con una persona de mente muy abierta, capaz de entender todo y de ayudarme a ver cosas de manera diferente. Tenerte frente a mi escritorio diariamente me ha ayudado a buscar mi equilibrio en más de una oportunidad y me ha dado la seguridad de estar frente a alguien absolutamente confiable.

Te agradezco las horas de aguante, se que debe resultar difícil compartir con alguien como yo con tantos vaivenes y aguda ciclotimia. Pero créeme que detrás de mi personalidad eléctrica hay alguien que te quiere mucho, que te respeta y que desea seguir compartiendo algunas cosas que la vida nos permita compartir.
Gracias por alentarme tanto en mis locos proyectos y por creer en mi. Ha habido momentos que esa actitud tuya ante mis cosas me ha ayudado a no perder fuerzas para seguir encarándolo todo con mucha confianza y con seguridad. Valoro mucho eso, pocas personas pueden ver más allá de la nariz.
Te deseo lo mejor siempre. Este alejamiento no es tal, siempre voy a venir, siempre voy a pasar, pero ya no vamos a estar todos los días juntas y eso a mi también me duele y te voy a extrañar mucho. Siempre ha sido placentero conversar contigo... Ah! y gracias por tantas traducciones... me has ayudado a entender otra de mis locuras...
Hasta siempre.



MENSAJE PARA DENTRO DE CIEN AÑOS (Año1999)



Este mensaje lo escribe Teresa Aburto Uribe, quien a los nueve años llegó a Puerto Madryn a radicarse con su familia. Por aquellos años, 1975, eran comunes las dictaduras militares en nuestros países latinoamericanos. Chile no escapó a semejante horror, y víctimas de la dictadura de Pinochet, quien escribe y su familia tuvieron que refugiarse en este país y en este puerto.

Madryn fue el lugar elegido y me enorgullezco de haber crecido en su suelo. Las playas vírgenes de 1975 me ofrecieron una niñez incomparable, vivencias únicas e irrepetibles. Viví plenamente aquí y los más grandes amigos de mi vida surgieron aquí.
La vida me llevó a emigrar nuevamente, y con el afán de crecer y formarme como profesional de la comunicación, me radiqué en Bahía Blanca. Pero nunca pude apartar mi corazón del seno madrynense.
Hoy, que tengo la oportunidad de escribir esto, y pensando en el mensaje que deseo dejar para la posteridad se me hace un nudo en la garganta, pues tal vez dentro de 100 años exista algún nieto mío que tenga la oportunidad de leer esto.
Y si existiera ese ser en el mundo, cualquiera sea su nombre o su sexo, y por pretencioso que suene, a ese ser, y en él a toda la humanidad, digo:
Que luchen juntos para tener países dignos de pertenecer a la raza humana. Que no permitan que la raza humana se degenere ante los avances técnicos y científicos.
Que encuentren en cada uno de esos avances la posibilidad de mejorar la calidad de vida.
Que cuiden el planeta Tierra, pues les pertenece a todos y a su descendencia. La tierra se está quejando ya del maltrato y no podemos permitir su destrucción.
Que valoren la amistad como el más noble de los sentimientos.
Que luchen por fomentar este maravilloso vínculo entre los seres humanos.
Que busquen la esencia del ser humano en ese ser superior al que todos buscamos y que nos permite conocer una de las sensaciones más importantes y misteriosas que es la fe.
Que no se contaminen con la ambición.
Que el tener bienes materiales no sea el objetivo último de sus vidas y que por ello descuiden lo esencial.
Que se permitan ser felices.
Que el amor no sea lo inalcanzable, si no aquello que simplemente se viva con espontaneidad.
Que aprecien el arte como una de las manifestaciones más maravillosas del ser humano.
Que respeten a los artistas y les den el lugar que merecen.
Que amen la poesía entendiéndola como la sabia de la vida.
Que no se avergüencen de decir lo que sienten.
Que amen y sean libres en el amor.
Que busquen los tesoros del alma y se enriquezcan con ellos.
Y a todos los que lean esto, y a mi nieto o nieta si existe, les digo gracias por haber leído estas palabras. Tal vez alguna poesía mía de vueltas por el mundo o no, si existe, búsquenla. Tal vez en el momento de leer esto ya no exista el sida, ni el cáncer. Tal vez no existan niños abandonados, ni ancianos olvidados. Tal vez al leer esto los gobernantes estén haciendo lo que deben hacer. Tal vez los militares hayan aprendido cuáles son sus verdaderas funciones. Tal vez para ese entonces esto no sea solo un sueño.
Y recuerden algo más: JAMAS RENUNCIEN A SUS SUEÑOS. Luchen por alcanzarlos y por hacerlos realidad.



Teresa Aburto Uribe – 34 años
Bahía Blanca, 29 de Diciembre de 1999
ESTE MENSAJE FUE ESCRITO CON MOTIVO DE LA LLEGADA DEL AÑO 2000, LO ENVIÉ A PUERTO MADRYN DONDE SE HIZO UNA RECOPILACIÓN DE MENSAJES Y RECOLECCIÓN DE ELEMENTOS CON LA IDEA DE ENTERRARLOS EN UNA CÁPSULA PARA QUE SEA DESENTARRADA EN EL AÑO 2100. LA VERDAD NO SE SI SE LLEVÓ A CABO, PERO QUISE PARTICIPAR CON ESTAS PALABRAS EN ESE ENTONCES.